lunes, 28 de noviembre de 2011

Ciudades y fantasmas

Ebrio de vivir camino huichapan tus últimas calles empedradas
confundo el ruido de automotores y los corazones con marcapaso
-gente que no conozco- respiraciones entrecortadas.
Todo converge, amores y suicidios, laberintos obscuros
silenciosas luciérnagas de sueños oblicuos.
Cuarto menguante seguido por el alba son acaso los muros.

Luz que besa suavemente tus labios en las esquinas boquiabiertas
nadie como la luna arisca, criolla siempre desnuda.
Cruza un ave nocturna, ladran los perros flacos que ha azuzado el olvido,
maúllan astutos gatos ensayando nuevos idiomas y cautelas.
Los fantasmas son almas que habitan nuestro cuerpo
y sus pasos transitan en la piel de los días.
No hay ciudad sin fantasmas,
su voz puede escucharse entre los árboles y las paredes descarnadas,
bajo los rieles de un tranvía
o en la calle olvidada que busca la memoria.

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