lunes, 28 de noviembre de 2011

La bruja acróbata, el inconsciente y un gato

Acróbata
la bruja con oficio y deudora
¿Quien te recuerda?
¿Quien barre con tu escoba?
La bruja sin oficio -imprudente-
¿Quien sonríe con tus dientes?






¡Pero que tontería esa de disculparnos cuando equivocamos las palabras!
Decimos una por otra ¿Y a quien pedimos perdón, a un carcelero, al vigilante
de las letras?
Por el contrario, errar es liberar todo significante encadenado
¿Y tú suplicas gracia? ¿A lo profundo? ¿Al cielo?
¿Al rey atemporal que te reprime?
Acaso el inconsciente nos perdone si escapa la palabra como sueño.






Hoy reanudo el diálogo contigo.
Quédate con la casa, déjame las azoteas y el conjuro para convertirme en gato.
Te observaré a través de la ventana y maullaré la noche entera, huiré cuando me
arrojes un zapato pero volveré moviendo la cola con enfado, ronronearé a tu llegada
y miraré por las rendijas, ahí donde escapan los olores de la cocina o el humo del tabaco,
resquicios donde entran las estrellas y un santaclós flaco y jovial.
Mira. Alisaré mi blanco pelaje entre tus piernas,
te daré felicidad con una de mis siete vidas y tal vez
-por la noche-
afilaría mis uñas en tu corazón...

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